“Nos quieren poner una presa hidroeléctrica los de la Comisión Federal de Electricidad; andan en campaña, estamos muy preocupados”, señala Julio Mata Ceja, restaurantero, prestador de servicios turísticos, pescador y cultivador de ostiones en el ejido Toromocho, al sur de las vastas Marismas Nacionales.
Por si fuera poco, estos humedales, destacados por el valor de sus servicios ambientales a nivel internacional,
El tema de la hidroeléctrica Las Cruces va aparejado con la creación de otros dos grandes sistemas de represamiento en Sinaloa: las presas Picachos, sobre el río Presidio, y Santa María, sobre el río Baluarte, lo que facilita la apertura de un nuevo distrito de riego adyacente a los pantanos de Huizache Caimanero, que es el extremo norte de las marismas.
Este complejo entramado demuestra la desconexión de discurso y estrategias entre el sector ambiental oficial y las demás autoridades, que además, pretenden abrir el megaproyecto turístico Costa Pacifico en Escuinapa y concluir dos grandes autopistas para conectar desde el oriente (Monterrey-Durango) y el centro del país (Ciudad de México-Tepic) una zona que permanece porque nunca fue de fácil acceso.
Apenas en mayo de 2010, se decretó la protección de la Reserva de la Biosfera de las Marismas Nacionales sobre 133,854.39 hectáreas del estado de Nayarit, zona que sustenta a los manglares más extensos del Pacífico mexicano con un 20 por ciento de toda la superficie de manglar de México. Se espera la declaración de otras 40 mil hectáreas de Sinaloa como parte de la reserva en el transcurso de 2011.
Al señalar esto, el director de la reserva, Víctor Hugo Vázquez,
Los campesinos de todas las marismas han acudido en los últimos meses a diversas reuniones con otros afectados por represas del país, en busca de establecer estrategias para apoyarse en caso de que se les quieran imponer los megaproyectos. La mas reciente reunión fue en los primeros días de diciembre en Cancún, Quintana Roo, para llamar la atención internacional durante el transcurso de la Conferencia Mundial de la Convención de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.
La campesinada nayarita basa su oposición en las desastrosas
El investigador de la Universidad Autónoma de Nayarit Manuel Blanco ve la obra de Las Cruces como la puntilla para las Marismas Nacionales. “Indudab-
lemente, la hidroeléctrica retendrá todos los sedimentos de fondo, provocando un efecto similar a la erosión litoral que provocó Aguamilpa (…) pero en las lagunas costeras interiores, además de alterar el régimen hidrológico del corazón de las marismas, los impactos sedimentarios serían la alteración de la programación aluvial y estuarina con procesos erosivos agresivos similares a los que se viven en la playa, especialmente en las cuencas mareales [de mareas] de Agua Brava y Camichín-Mexcaltitlán”, esto sin olvidar que la falta de sedimentos hará menos productivos los
en el estado de California, Estados Unidos, fundamental-
mente en San Diego. Con los nuevos megaproyectos se repe-
tiría la experiencia, una pesadilla que terminaría de destruir el de por sí precario tejido de vida de la zona.
Sin embargo, los manglares y humedales costeros aun son preciados por su papel en la reproducción de pesca de alto valor nutricional y comercial, sirven de amortiguadores para huracanes, capturan agua y carbono, y son hábitat de numerosas especies en peligro de extinción. Marismas Nacionales conserva esperanzas de produc-
ción primaria sustentable, poblaciones aún viables de especies protegidas como de jaguar y de cocodrilo de río, playas, arribazones de tortuga golfina y por lo menos 400 tipos de aves documentados.
De medio siglo a la fecha, tanto en la zona nayarita como en la sinaloense de las marismas, se terminaron de ocupar las tierras productivas de las orillas, se repartió en derechos agrarios el manglar y el agua, se mataron casi todos los cocodrilos y se persiguió al jaguar; se abrió el canal de Cuautla, se establecieron granjas camaronícolas, se edificó la presa de Aguamilpa y se talaron decenas de miles de hectáreas de vegetación natural, sobre todo mangle y selva baja. Además, muchos manglares murieron con las transformac-
iones. El severo impacto ambiental de obras de ingeniería propiciaron la pérdida de 30 mil ha de vegetación natural en 40 años; y se estima que 10 mil ha están hoy en el lecho marino.
De este modo, no es casualidad que 30 por ciento de quienes han nacido en la zona ahora radique