Megaproyecto del Canal Centenario para riego agrícola terminará con crecidas y ecosistemas
TEPIC
Si el Río Santiago dejó de tributar a las Marismas Nacionales sus poderosas avenidas de vida, y ocasionó un desastre a comienzos de los años noventa del siglo XX, ¿qué tanto puede que le quiten a la ecoregión un cachito más?
Esa parece ser la lógica de la nueva ambiciosa obra que los gobiernos nayarita y federal promueven para la zona alta de esta llanura costera, por medio del Canal Centenario, que busca tecnificar 43 mil hectáreas y aumentar en 50% la producción de granos de la entidad.
Son cifras de modelos desarrollistas que parecen inobjetables, como en los tiempos setenteros de la utopía echeverrista, que abrió estos delicados ecosistemas a la inversión y planificación a gran escala.
“El presidente de la República, Enrique Peña Nieto, anunció la construcción del Canal Centenario, que ampliará sustancialmente la superficie cultivable de riego y elevará la productividad agroalimentaria del estado de Nayarit […] en beneficio de más de siete mil productores.
“Con ella, las zonas de cultivo tecnificadas de Nayarit crecerán cerca de 50%, y lo más importante: se estima que el proyecto permitirá quintuplicar la producción estatal de maíz, triplicar la producción de arroz y aumentar dos veces y media la producción de frijol”, señala el comunicado de la presidencia, difundido el pasado 4 de noviembre.
“Se trata de una gran obra de infraestructura hidroagrícola: El canal principal tendrá una longitud de 60 kilómetros, aproximadamente. Podrá conducir 60 metros cúbicos por segundo de agua.”
Como referencia: el acueducto Chapala Guadalajara conduce un máximo de 7.5 metros cúbicos, lo que le permite a la capital de Jalisco extraer hasta 200 millones anuales.
“La red de canales de distribución tendrá una longitud de 320 kilómetros,” según el comunicado. “Se construirán 540 estructuras de control -sifones y alcantarillas-, un sistema de drenaje y una red de caminos de acceso de 430 kilómetros.”
En el Canal Centenario “se invertirán recursos del orden de 7 mil millones de pesos. En cuanto a su sustentabilidad, el abasto de agua para este proyecto está garantizado, gracias a que será alimentado por el Río Santiago.
“Este proyecto va a aprovechar la gran infraestructura existente. A lo largo de este río hay tres centrales eléctricas: Aguamilpa, El Cajón y La Yesca, que almacenan grandes cantidades de agua”, remata la publicación.
No hace referencia a la importancia para los ecosistemas ni a las pérdidas económicas de la cancelación de las crecidas provenientes del río cuando esté canalizado. Estas se verán en la pesca, la agricultura, la ganadería, el turismo, y la cultura.
No se explica y no existe una manifestación de impacto ambiental que analice cómo se podría alterar la hidrodinámica y fertilidad de Marismas Nacionales, área natural protegida de decreto federal.
En el pasado, la cortina de Aguamilpa provocó empobrecimiento de las tierras bajas y al bajar el volumen de agua tributado, ocasionó el complejo pero bien documentado problema de la intrusión salina en el acuífero y la pérdida de playas, que se da a ritmo de hasta 10 m por año.
Las tierras que se beneficiaban con los excedentes del Santiago se transforman poco a poco, en páramos por la falta de limo fértil y la creciente salinidad.
Al sur, menos agua y menos limos. Al norte, un río San Pedro represado, todo en un sitio Ramsar de importancia internacional que alberga los manglares más extensos del Pacífico mexicano.