En México, el turismo es el tercer renglón más importante de ingresos, en dólares, después del petróleo y de las remesas de los trabajadores llamados braceros o trabajadores migratorios. Por esta razón, se supone que los habitantes de las comunidades turísticasdeberían gozar de niveles de bienestar superiores al promedio. La realidad es que su calidad de vida deja mucho que desear. Basta con mirar los cinturones de miseria que se han formado en Cancún, Acapulco, Los Cabos y Puerto Vallarta, entre otros.
Se supone también que si la fuente principal de ingresos y empleos tiene como soporte el patrimonio natural, es decir ecosistemas, paisaje, flora, fauna, balnearios y deportes al aire libre, la sociedad civil, los gobiernos y los empresarios, procurarían conservarlo sin escatimar esfuerzos: cuidarlo porque se trata de la gallina de los huevos de oro. Empero, actúan en forma irracional. Construyen hoteles que afean el paisaje, destruyen agotan los acuíferos, arrasan la flora, alteran el hábitat de las especies silvestres, tiran basura por todas partes.
La Organización de Naciones Unidas (ONU), con la intención de corregir esos resultados indeseables, que se observan en todo el planeta, emitió el Código ético mundial para el turismo, firmado en la XIII Asamblea General de la Organización Mundial de Turismo, en la república de Chile en 1999. Constituyó el marco de referencia, y las directrices, para empezar a construir lo que la ONU bautizó como “desarrollo turístico responsable y sostenible”; sostenible tanto en lo social como en lo económico, ambiental y cultural.
participan en la industria; 3) Fomentar la solidaridad y cooperación entre el sector turístico y los destinos a fin de procurar su mejoramiento económico y social mediante programas de desarrollo turístico.
Más adelante, en la Declaración de la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sostenible, celebrada en Johannesburgo en 2002, las naciones contrajeron el compromiso siguiente: “Promover el desarrollo del turismo sostenible para incrementar los beneficios en las comunidades, manteniendo la integridad cultural y ambiental, así como fortalecer la protección de las áreas ecológicas y el patrimonio natural. Asimismo, promover el desarrollo del turismo sostenible y la capacitación, para contribuir al fortalecimiento de las comunidades locales y rurales”.
Para cumplir con dichos compromisos, México ha establecido políticas públicas, metas y disposiciones en distintos instrumentos como: Plan Nacional de Desarrollo, Programa Nacional de Turismo, Programa Nacional del Medio Ambiente y Recursos Naturales y la Agenda 21 para el Turismo Mexicano. Puede decirse que existen suficientes instrumentos para instaurar el Turismo responsable, pero estos quedan solamente en buenas intenciones.
El modelo de desarrollo inmobiliario en las costas demanda una gran cantidad de recursos naturales, principalmente agua, y deja pocos beneficios económicos. (Foto: Aaron Eslimán)
Por lo visto, hay mucho por hacer y los periodistas con vocación por la conservación ambiental, en mucho pueden contribuir para resolver este reto colosal.