Por Talli Nauman*
Sobre la voluntad del pueblo, llamado en documentos oficiales “localidad de apoyo”, enterraron el asta del Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur), autor de la propuesta Centro Integralmente Planeado Costa Pacifico y los otros conocidos megaproyectos turísticos de Cancún, Los Cabos, Ixtapa, y Huatulco.
En medio de una importante barra de arena, con valioso acuífero subterráneo, se colocó la torreta color rosa mexicana en forma del logotipo de Fonatur, junto a la nueva pavimentación con banquetas, y una cerca de montículos de piedras envueltas en alambre, para evitar la entrada a la que antes era la playa publica Las Cabras, ubicada, como dice la señalización de la carretera federal, en la “ruta turística” entre Escuinapa y Teacapán, Sinaloa.
Martha Armenta, presidenta de Conrehabit (Conservación y Rehabilitación de Fauna Silvestre y sus Hábitats) A.C., la bautizó “El Bimbuñuelo”, haciendo referencia a la similitud del diseño del emblema de Fonatur al del de una galleta dulce de ese nombre de la industria panificadora.
Resentido, otro de los lugareños comentó: “Parece que vienen a colonizarnos.”
Ahora en lugar de las tiendas de acampar tan común en temporada vacacional, el Fonatur proyectó 43 mil 981 cuartos, dos campos de golf, una marina de 400 embarcaciones, un malecón turístico, una ruta de paseo por los lagos del pantano, ramblas comerciales y de entretenimiento, así como otros servicios.
El Presidente Felipe Calderón llegó a inaugurar el Centro Integralmente Planeado (CIP) Costa Pacifico en febrero de 2009, señalándolo como uno de los proyectos más ambiciosos del actual gobierno federal, con 2 mil 381 hectáreas, el doble del tamaño del CIP de Cancún.
“Éste va a ser un polo de desarrollo turístico, yo creo que el más importante que se haya construido en México, en décadas”, remarcó. Y recalcó la meta de “aprovechar las maravillas que tienen aquí, precisamente para desarrollar lo que es la economía del Siglo XXI, que es la economía de los servicios.”
Se trata de la promesa de una inversión pública y privada de 500 millones de dólares en infraestructura, así como de un total de 150 mil empleos.
Calderón no se paró a visitar los proyectos de ecoturismo a baja escala ya puestos en marcha por los pescadores del “pueblo de apoyo”, estos destinados a proteger los frágiles humedales de las Marismas Nacionales del sur de Sinaloa, justamente de los impactos ambientales de los megaproyectos como el CIP.
Pero quienes si vieron por ellos resultaron ser las organizaciones de la sociedad civil Conselva, Redes, SuMar, Alcosta y Greenpeace México, entre otras.
Alcosta (Alianza para la sustentabilidad del noroeste costero) integra las 22 organizaciones conservacionistas más activas de los cinco estados mexicanos que rodean el Golfo de California. Ha venido trabajando en el tema de turismo, entre otros asuntos, desde el año 2000, y jugó un papel crítico para redimensionar el megaproyecto de Fonatur inicialmente anunciado como “Escalera Náutica”, conocido luego como “Proyecto Mar de Cortés”.
Ante la falta de transparencia en el proceso para la planeación y operación del CIP de Escuinapa, los integrantes de estas organizaciones civiles en defensa de las emblemáticas marismas y del bien común, montaron una campaña de información e involucramiento ciudadano.
Teacapán
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La obra “El último ceviche” abordó las problemáticas ambientales y sociales del desarrollo inmobiliario costero. (Fotos: Ernesto Bolado Martínez)
“¡Yo vivo aquí,
mi opinión cuenta!”
La campaña logra unión y participación
María de los Ángeles Carvajal, de SuMar y Guillermo Rodríguez, de Facimar, orientan a un grupo de prestadores de servicios turísticos.
Los niños del ejido Isla del Bosque se divirtieron y aprendieron con la obra de teatro.
Joel Bojórquez, de Facimar, expone a un grupo de acuacultores los potenciales impactos del CIP en su actividad.