Baltasar Hernández:
amar, cuidar y
respetar
al planeta.
El calentamiento global dejó de ser un augurio, una exageración o una amenaza, para convertirse en una realidad. Mientras, la energía solar se convirtió en una alternativa limpia para combatirlo, una oportunidad que los sanblasences recientemente empezaron a aprovechar, a través de la Secretaría de la Marina (Semar). Se trata de una planta de energía solar.
“Este era un proyecto muy antiguo que se quería realizar desde hace años, pero que por falta de autorización de parte de la Secretaría de Marina de la ciudad de México, a causa del gasto que se haría, no se había podido realizar hasta hace dos meses,” comenta el marinero Baltasar Hernández.
Con 15 años de experiencia en la Marina, aunado a un confesado amor profundo a su trabajo y a su pueblo de San Blas, Hernández explica cómo se está usando y aprovechando de la energía generada por el sol, mediante celdas fotovoltaicas o solares, que se encuentran en la zona de la Marina, para abastecer la necesidad del alumbrado público.
Estas celdas funcionan por medio de la radiación que se emana del sol, misma que carga una batería, que a su vez manda la energía a las lámparas en las calles.
A la vez que provee esa luz a la comunidad, la energía solar por medio de las celdas fotovoltaicas ha dado beneficios económicos a la Marina de San Blas.
Energía solar
Alternativa limpia para el pueblo de San Blas
Los lugareños de San Blas cuestionan la forma en que las granjas de camarón han cambiado la faz de la costera en una sola generación, afectando el acceso a los recursos alimenticios y la economía de subsistencia.
“¿Por qué hoy en día ya no podemos sacar camarón?” pregunta Mario Cutberto Rivera Aldaco. “Porque ya se han apoderado de todos los lugares accesibles a establecimientos de camarón,” agrega.
Rivera Aldaco, con 30 años de edad, es nativo del puerto de San Blas. Como mucha gente de su generación, recuerda bien todas las marismas y lagunas, donde en su momento su padre le llevaba y enseñaba a atarrayar.
“¿Dónde está el camarón ribereño que solía ser el sustento de las familias sanblasenses?” se cuestiona.
Confiesa sentirse frustrado, ya que habla del año de 1990, momento en que se empezaron a construir las muy conocidas granjas camaroneras. Él no se encuentra en contra de ello, solo que extraña que ya no puede capturar camarón como solía hacer en las antiguas marismas.
Su inconveniente es que hoy en día, a las lagunas naturales las han convertido en granjas camaroneras rodeadas de letreros como “prohibido entrar” y “zona privada”.
“¿Por qué hoy en día ya no podemos sacar camarón? Porque ya se han apoderado de todos los lugares accesibles a establecimientos de camarón?” se sigue preguntando.
El camarón normalmente entra a la zona de esteros, donde busca su refugio para tomar su tamaño adecuado.
“¿Por qué no hacen algo al respecto y checan todo lo que las granjas provocan?” pregunta Rivera. “¿Dónde está el gobierno que nosotros mismos hemos elegido?”
Ahora, aparte de atrapar el camarón y ya no soltarlo, también están contaminando el área natural. Se está alterando el ciclo de vida del camarón. Si esto no se detiene, podría afectar no solo la existencia del camarón, sino también de las especies que se alimentan del mismo, alerta Rivera. “Al alterarse las cadenas tróficas, se alterará todo el ecosistema y el mundo dejará de ser como lo conocemos” afirma. Por eso, concluye, “Se debe de poner una solución antes de que sea demasiado tarde.”