En Copenhague y Helsinki los viajeros conocen granjas orgánicas, nuevos métodos de agricultura biodinámica y el creciente uso de la energía eólica para electrificar los países escandinavos. Al arribar a Dublín en junio los cruceristas desplegaron una gran manta en protesta al ataque del Ejército Israelí a un convoy de embarcaciones de activistas que trataban de introducir alimentos y bienes no perecederos a la franja de Gaza.
Días después, el Crucero de la Paz visitó los puertos de Manzanillo y Ensenada. Ambas se suman al proyecto de Ciudades por la Paz, un proyecto conformado por
3800 localidades del mundo que
se suscriben a un tratado para conseguir la abolición nuclear en la próxima década.
La misión no ha sido en vano. Es mediodía en Ensenada. En el vestíbulo del Centro Estatal de las Artes hay una fila de más de 100 personas que acuden a ver el documental y la conferencia de los hibakushas. El interés es significativo, puesto que Ensenada cuenta con una comunidad japonesa considerable, y su relación comercial con la nación del Sol Naciente es estrecha debido a su actividad pesquera.
Algunos asistentes de ascendencia nipona lloran al ver escenas del bombardeo de Hiroshima y